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El Templo de Debod

El Templo de Debod

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Su construcción inicial fue debida al faraón Ptolomeo IV en el 200 a. C. Era un templo, uno de tantos construidos en la ruta de peregrinación al templo de la diosa Isis levantado en Philae. Dicen que la diosa Isis sintió los primeros dolores del parto en Debod, aunque finalmente diera a luz en las cercanías de la isla de Philae, sin embargo el dios venerado en Debod era Amón, gracias al mandato del faraón Azakheramón.

Con el tiempo, Amón sería el origen e Isis la devoción, que duró diez largos siglos, significaba la bondad de la madre y fiel esposa y Debod fue el paso previo, descanso, culto y parada de gran cantidad de peregrinos.

Debod, en antiguo egipcio significa templo o casa, y debió de erigirse en el centro de un pequeño grupo rural, agricultores en los márgenes del Nilo, tierras fértiles para cultivar, arropados por su dios.

Desde allí, Amón nacido con la era faraónica, fue testigo del dominio griego, heredado de la conquista de Egipto por la rica cultura griega con Alejandro Magno, y posterior dominio romano, por quien fue desplazado para aumentar el culto a Isis, devoción que aprovecharon griegos primero y romanos después para su estabilidad. Años más tarde, Amón desde su capilla también fue testigo del crecimiento del cristianismo, del cierre de todos los templos paganos, pero fiel y centinela de su diosa Isis, conservó su antiguo culto frente a los cristianos durante largos años.

Me gusta pensar que fue Amon quien conservó el templo, su casa en antiguo egipcio, contra pueblos y culturas, que ni griegos ni romanos, ni cristianos ni islámicos, consiguieron derrotarle.

Ya en nuestra era, con la construcción de la presa de Assuan,  la casa de Amón y de Isis, fue sepultada por las aguas del Nilo, tras tantos avatares, fue la única forma de vencerle, durante casi cincuenta años,  solo se abría paso al sol en los meses estivales apartando con su fuerza el agua, abriéndose paso, recordando a todos que aunque cautivo, permanecía allí, como en tiempos antiguos y volvía a zambullirse, parece que a voluntad hasta el verano siguiente.

Ahora, el dios Amón y la diosa Isis, descansan en nuestra ciudad, desde otra atalaya, la vigilan junto al valle del Manzanares, los madrileños afortunados de recibir su casa y su espíritu, recordando que a pesar del paso del tiempo seguirán allí, en el Nilo y en Madrid.

 

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