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¡sigue la cuerda! .....

La salida (III)

Sentado a la mesa de hierro y mármol amarillento y labrado por el paso del tiempo, con altos techos adornados y suelo de cerámica arlequinado, miraba pasar el tiempo por los grandes ventanales a la plaza, mientras sorbía la cerveza que le dejaba un hilo de espuma en el labio superior y el bigote.

Al cabo del tiempo descubre que lleva ya unos minutos en la misma posición, mirando con los ojos entornados a través del cristal un poco empañado y empapado por la lluvia, el pasar al resguardo de paraguas de la gente sin nombre ni historia.

Despierta de su letargo y buscando unas monedas pide la cuenta, a la vez que se cala el sombrero y mirando levemente el reloj sale corriendo por la puerta de madera, sin reparar en la fina lluvia, pero subiéndose instintivamente el cuello de la americana. Cruza la plaza con cierta prisa y pide alzando la mano, un taxi.

 

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