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¡sigue la cuerda! .....

Instantáneas

La salida (III)

Sentado a la mesa de hierro y mármol amarillento y labrado por el paso del tiempo, con altos techos adornados y suelo de cerámica arlequinado, miraba pasar el tiempo por los grandes ventanales a la plaza, mientras sorbía la cerveza que le dejaba un hilo de espuma en el labio superior y el bigote.

Al cabo del tiempo descubre que lleva ya unos minutos en la misma posición, mirando con los ojos entornados a través del cristal un poco empañado y empapado por la lluvia, el pasar al resguardo de paraguas de la gente sin nombre ni historia.

Despierta de su letargo y buscando unas monedas pide la cuenta, a la vez que se cala el sombrero y mirando levemente el reloj sale corriendo por la puerta de madera, sin reparar en la fina lluvia, pero subiéndose instintivamente el cuello de la americana. Cruza la plaza con cierta prisa y pide alzando la mano, un taxi.

 

Desaparecidos (II)

(II)


Un mes después, no había vuelto por allí, había hecho caso de sus sugerencias y no le había ido del todo mal. Hoy entra en la sala y solo encuentra un comunicado con el sello oficial, no hay nadie y la misiva tampoco deja nada claro. Solo unos horarios, por cierto, incumplidos, de nuevas comunicaciones. El personal de entrada no contesta nada nuevo, salvo lo que indica el papel.

La situación es grave y no parece, piensa, mientras sale despacio del edificio, que le importe mucho a los que hace tan solo un mes tenían el control absoluto. Parece que han soltado el testigo y ahora que les vuelve cargado como un bumerán no hay nadie para recogerlo, están desaparecidos. Nadie parece querer tomar las decisiones importantes.

Al salir sin nada nuevo en la cartera, espera la llamada del periódico. Preocupado y distraído en varias ideas, repasando lo sucedido algo confuso, se acuerda que lleva tiempo sin verla, sin saber de ella, tanto que le había ayudado y ahora desaparecida. 

Sin preguntas por favor. (I)

Sin preguntas por favor. (I)

javiermontalvo 2018 - canon 40 D

 

(I)

Escucha con atención su relato que en ocasiones tiene toda la fuerza de la lógica, pero en otros momentos se siente descorazonado hacia un precipicio de dudas. Cuando acaba y cree que tiene la oportunidad de hablar se encuentra aislado, esperaba resolver las importantes cuestiones, pero al parecer no hay turno de preguntas salvo para los elegidos, mira a sus colegas que admiten su papel de forma sumisa. Solo algunos han conseguido colocar su cuestión que es contestada con matemático guion. Es más, cree; no, está seguro que ayer escuchó la misma respuesta dejando en el aire un halo difuso sin respuesta real. ¡Qué perfección! - piensa.

Al salir a la calle casi desierta baja las escaleras pensando en lo sucedido distraído, alguien se acerca desde la puerta del edificio acristalado de enfrente y le dice, no vuelvas a entrar, todos tienen el chip instalado, han ocupado su canal, te pasará a ti también si insistes. ¿Quién eres? - le preguntó; aún libre - contestó ella; quedamos pocos, la información está fuera, no dentro - contesta mientras se aleja por el jardín lateral.