Blogia
¡sigue la cuerda! .....

LAS EDADES DEL HOMBRE

Cogía su guitarra todos las tardes cuando el sol empezaba a caer y con esa luz tostada que te da el atardecer en la cara a medio afeitar y en la madera del porche, empezaba suavemente a tararear con el acompañamiento de sus manos sobre las cuerdas, en otro tiempo llenó auditorios y plazas para el regozijo de su público.

Mientras tocaba, algo entristecido, venían a su mente las críticas de los que decían que estaba acabado por el mero hecho de haber cumplido sesenta primaveras y su falta de sincronía con los tiempos, que no le dejaban en buen lugar, debía retirarse, aunque a decir verdad, no basaran sus argumentos en la expresión musical sino tan solo en el tiempo recorrido. Pareciera que a determinadas edades, no pudieras expresar lo pensado y mucho menos sentirlo, esto estaba cruelmente prohibido y quedar recluido al ostracismo.

Interpretando su última obra, y cantando a media voz repasando sus últimos arreglos para hablarlos con su amigo y compañero de su antigua banda, recordaba otros carcas que no se retiraron a tiempo, su pintor preferido que murió a los sesenta y un años, casualmente su edad actual, pintó su autorretrato incluido en Las Meninas solo cuatro años antes de su muerte, o se acordó de aquel Premio Nobel de Literatura español que obtuvo el Premio Planeta a los setenta y nueve, seis años antes de su final con La cruz de San Andrés.

Seguía punteando su guitarra acústica y cantaba, pensando en alguien de su parcela artística y le vino a la cabeza otros carcas que continuaron con su música, y recordó a uno de sus preferidos que interpretó, con un rotundo éxito a sus cincuenta y cuatro años una de sus obras maestras, osado y arcaico fué, interpretando La Novena, tan solo dos años antes de su fatídico en importunado final.

Al fin y al cabo qué era el arte, expresar y comunicar tus sentimientos al margen de toda recepción, y se animaba pensando en James Hetfield o en Mick Jagger de edades incalculables, para seguir tocando. El arte es tan solo una manifestación en su máxima expresión.

La tarde llegaba a su fin y estaba a punto, mientras terminaba su canción y su cerveza, de coger su guitarra, esta vez la eléctrica y subirse a la furgoneta que se acercaba por el camino levantando polvo, para viajar a su próximo concierto. Después de recordar a estos y algún otro acabado más, que osaron sentir y lanzar al exterior su arte a edades demasiado avanzadas, estaba más animado, y no le importaba en ese momento si quiera tener público, íban a tocar, y esto era su mayor aventura y mientras hubiera un lugar donde correrla merecía la pena...

Dos horas y media más tarde levantaba la vista desde el escenario y agradecía sonriendo a su público que siguieran allí, era el momento de continuar ante sus aplausos y silbidos de satisfacción

0 comentarios