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¡sigue la cuerda! .....

Vine para quedarme… hoy sigo la cuerda…

Vine para quedarme… hoy sigo la cuerda…

 

Cincuenta y cuatro años, media vida, hoy sí se puede decir, empezada ya y nadie sabe cuándo la segunda mitad, aunque siempre predico que fue hoy, hace cuatro años…quién lo sabe, mi espíritu e ilusión cuentan con ello.

Empecé mi andadura en una incubadora de las de entonces y un bautizo hospitalario y exprés antes de que expirara con tan solo unos días, con cambio de nombre a última hora incluido (total, era un pingajillo que no iba a durar mucho) pero a perseverancia heredada genéticamente, no me han ganado muchos y preferí averiguar por mi cuenta, y supongo algún acierto médico y no menos rezos de mi madre, qué me deparaba el destino que llegué al día de reyes enganchado a los tubos, esperando la llegada de los magos que me dejaron, según cuentan, unas cartucheras y unas pistolas tamaño mini, yo había nacido con mil doscientos y pico gramos de peso, aunque algo ya había ganado así me imagino la escala del regalo, no las usé nunca y ni las recuerdo, pero sirvieron de acicate para seguir hacia adelante. Tres semanas contaba de vida y aún no había visto el cielo ni el sol, pero había venido para quedarme.

Desde entonces muchas aventuras y desventuras, consuelos y desconsuelos, alegrías y personas de gran encanto que han dado valor a mi vida, con los que cuento y agradezco desde lo más hondo de mi ser el cruce de caminos y haber tenido la oportunidad de conocerlas; muchas otras historias podrían contarse como todo el que echa la vista atrás, pero hoy me quedo con ellas y con el comienzo de la historia.

….viendo las sendas recorridas y los caminantes que encontramos, a veces tristemente perdidos, me quedo con las buenas gentes, Dios y Machado me lo perdonen por omitir hoy sí, a los pedantones al paño que miran, callan, y piensan que saben, porque no beben el vino de las tabernas.

Son buenas gentes que viven de los que me acuerdo, gracias a todos:

 

Y en todas partes he visto

gentes que danzan o juegan,

cuando pueden, y laboran

sus cuatro palmos de tierra.

 

Nunca, si llegan a un sitio,

preguntan a dónde llegan.

Cuando caminan, cabalgan

a lomos de mula vieja,

 

y no conocen la prisa

ni aun en los días de fiesta.

Donde hay vino, beben vino;

donde no hay vino, agua fresca.

 

Son buenas gentes que viven,

laboran, pasan y sueñan,

y en un día como tantos,

descansan bajo la tierra.

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