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¡sigue la cuerda! .....

LAS OCHO DE LA TARDE DESDE EL TITANIC

 

Treinta y dos días tras el cristal, mirando por la ventana, vuelve a llover sobre Madrid. No somos nada, muerte y desolación. La propia dignidad casi no existe, se pierde tristemente, cuando encerrado por el bien social y pandémico, escuchas la crudeza de la muerte solitaria, numérica y fría, para cubrir las estadísticas. 

El capitán del barco siempre fue el último en abandonar la cubierta o eso me enseñaron las novelas y películas desde niño. Ante la zozobra y amenaza del viento y la marea, cede los medios de salvación a su tripulación del mal que ya padece su embarcación. Alentando la moral de sus compañeros de travesías, sin ocupar espacio y los recursos escasos, salve no sin riesgo, al pasaje que pueda.

Sin embargo en este 15 de abril, a diferencia del honroso y abnegado ‎Edward John Smith, tras llevar el radar algo desorientado y sin calibración reciente, los primeros en ocupar los recursos en esta ocasión, son el capitán y sus oficiales del puente de mando. 

No obstante, renunciando a sus propios intereses con la mayor dedicación, los tripulantes aprovechan su experiencia casi sin aliento para salvar a todo pasajero que encuentran, mientras ya recompuestos y sobrevolando la escena, los oficiales cuentan y apuntan el número de ahogados y los ocupantes de cada bote, que se alejan de la nave a su suerte.

La propia dignidad casi no existe, se pierde tristemente mientras la melodía sigue sonando. Son las ocho de la tarde, aplaudo a la tripulación de hoy y a la banda de 1912.

15 de abril de 1912 - Hundimiento del Titanic

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