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¡sigue la cuerda! .....

El rincón del sillón

BACALAO AL PIL PIL

BACALAO AL PIL PIL

javiermontalvo 2015 canon 40 D

Es un ritual, hay quien que comparte su destreza para disfrutarlo en compañía con deleite, pero oculta su arte, y ambos gestos son de agradecer. En este caso, observo y pregunto con admiración, porque me atrae el misterio y más aún lo hará al término el plato.

 Ingredientes para 8 personas:

  • 8 trozos de bacalao salado
  • 8 dientes de aja
  • 1/2 guindilla
  • 600 ml. de aceite virgen extra

 

A decir verdad, el ritual empieza mucho antes, cuando elige los lomos, enteros, bien cortados y formados, algunos son rechazados como si de pesca sin captura se tratara. Anteriormente, la víspera, habrá preparado el aceite y las ajas, con buen cuidado y cariño, con arreglos propios de druida que guarda aquí su secreto y así debe ser siento, para no perder el encanto que aumenta en mi devota espera mientras aquéllas se doran.

El aceite en barro al temple, balada de lumbre tranquila para un pescado que encuentra el merecido descanso. Su lecho gelatinoso se cuaja, dando forma al puchero que termina cuando el hacedor decide su punto exacto, depositario del saber sagrado.

Dorado en la cazuela el resultado, untuoso en el plato con destellos de felicidad al pasar por boca y gustosos, que no nos dejan indiferentes disimulando una sonrisa inesperada a su paso. Y ahora, aunque me gusta aprender comprendo, qué mejor su misterio que mi entendimiento.

Receta dedicada a cocineros e invitados y a Joseba, hacedor y comensal.

Soltamos nuevamente amarras

Soltamos nuevamente amarras

javiermontalvo 2010 canon 40 D


Hoy el año termina, unas horas más y volvemos a poner el contador a cero, y el reloj a punto, volvemos a coger el timón. Parece que es hora de hacer recuento, hay algo importante o nada relevante, hay algo que merezca guardar en el recuerdo o es mejor huir hacia adelante. Claro que tiene valor todo lo anterior y merece la pena recordarlo.

Soy de los que piensa que debemos amanecer cada mañana y poner en marcha la maquinaria, controlarla y pilotar, la vida no puede llevarte, sino hay que buscar objetivos y destinos y finalmente, navegar, a veces a toda máquina y otras, soltando velas y apagando motores, a viento y timón con la brisa en la cara.

Ciertamente hemos hecho travesías duras con mucho trabajo y esfuerzo, a veces averías inoportunas, algunas amargas contra viento y marea y otras, felices y placenteras, soltando el timón y navegando a la deriva saboreando el momento, pero en todas he tenido a alguien a bordo.

Travesías de competición en las que va la vida en ello, o a veces tan solo el sustento, trabajo que estamos obligados a cumplir, al fin y al cabo bendito trabajo, llegamos fatigados a la meta y satisfechos de haber cumplido, aunque nos gustaría que hubiera sido con mejor marca. Me consuelo con que otros se quedaron por el camino y abandonaron el barco a su suerte, o lo hundieron o lo quemaron...

En ocasiones por error o por infortunio, nos vimos obligados a parar lamentando en estas líneas las desilusiones que creamos sin medir las consecuencias inoportunas; mención aparte, las paradas adrede, para enderezar el camino de algún grumete a nuestro cargo esperando acertar con el mandato, no siempre ejecutado de buen grado, aunque en este punto se me para un poco el pulso por estos últimos marineros, porque aposté mi barco a su favor y no puedo perderlo. Además me gusta enseñarles, hablar con ellos o simplemente cerrar los ojos y escucharles.

Travesías amargas en las que perdimos injustamnete este año algún tripulante, igual que en los últimos años, parece que las pérdidas son poco a poco más frecuentes y no me acostumbro a ellas, lloro como siempre el desenlace tan inesperado y mirando a las estrellas sin ruido desde el puente, no me olvido de ninguna de ellas.

Con las velas al viento y timón casi suelto, sin rumbo fijo, con la brisa en la cara y disfrutando del mar fueron las mejores travesías del año. Quienes estuvieron conmigo, saben a que me refiero y espero que no las olviden igual que yo hago. Recomiendo tomarse de cuando en cuando este tiempo, para tener tiempo.

En este año que termina me quedo con la gente, este velero suele estar lleno, que sube y baja en cada puerto, afortunadamente pocos polizones encontré este año y muchos tripulantes, también algún pasajero eventual; mientras haya un minuto por delante quiero aprovecharlo junto a lo más valioso que tengo, la gente que me rodea. Gracias a todos ellos.

Empieza un nuevo año, mantenimiento terminado, ilusionados soltamos nuevamente amarras, empieza una nueva travesía y como siempre no fallan los nervios del principio y la incertidumbre del tiempo, temporal o en calma.

¿Qué nos deparará? Esperamos feliz travesía 2015.

DÍA DE TODOS LOS SANTOS

- Deberías airearte un poco, no entiendo tu obstinación por quedarte encerrado ahí dentro, al fin y al cabo siempre pasa igual, te hacen una visita, algún presente o alguna florecica y nada, hasta el año siguiente. Es difícil que pasen por aquí si no estás presentable, siempre lo dejas para el final y nos quedamos solos. ¡Ay! Con lo que te gustaba la cuadrilla, la gente, mira allí abajo, donde los jardines, ¡Qué guapos están todos! Preparadicos, parece que sea juevintxo, a ti siempre te acaba pillando el toro.

- El toro ya no importa, el colorao, ¿te acuerdas? Ese ya se arrancó, deberías saberlo.

LAS EDADES DEL HOMBRE

Cogía su guitarra todos las tardes cuando el sol empezaba a caer y con esa luz tostada que te da el atardecer en la cara a medio afeitar y en la madera del porche, empezaba suavemente a tararear con el acompañamiento de sus manos sobre las cuerdas, en otro tiempo llenó auditorios y plazas para el regozijo de su público.

Mientras tocaba, algo entristecido, venían a su mente las críticas de los que decían que estaba acabado por el mero hecho de haber cumplido sesenta primaveras y su falta de sincronía con los tiempos, que no le dejaban en buen lugar, debía retirarse, aunque a decir verdad, no basaran sus argumentos en la expresión musical sino tan solo en el tiempo recorrido. Pareciera que a determinadas edades, no pudieras expresar lo pensado y mucho menos sentirlo, esto estaba cruelmente prohibido y quedar recluido al ostracismo.

Interpretando su última obra, y cantando a media voz repasando sus últimos arreglos para hablarlos con su amigo y compañero de su antigua banda, recordaba otros carcas que no se retiraron a tiempo, su pintor preferido que murió a los sesenta y un años, casualmente su edad actual, pintó su autorretrato incluido en Las Meninas solo cuatro años antes de su muerte, o se acordó de aquel Premio Nobel de Literatura español que obtuvo el Premio Planeta a los setenta y nueve, seis años antes de su final con La cruz de San Andrés.

Seguía punteando su guitarra acústica y cantaba, pensando en alguien de su parcela artística y le vino a la cabeza otros carcas que continuaron con su música, y recordó a uno de sus preferidos que interpretó, con un rotundo éxito a sus cincuenta y cuatro años una de sus obras maestras, osado y arcaico fué, interpretando La Novena, tan solo dos años antes de su fatídico en importunado final.

Al fin y al cabo qué era el arte, expresar y comunicar tus sentimientos al margen de toda recepción, y se animaba pensando en James Hetfield o en Mick Jagger de edades incalculables, para seguir tocando. El arte es tan solo una manifestación en su máxima expresión.

La tarde llegaba a su fin y estaba a punto, mientras terminaba su canción y su cerveza, de coger su guitarra, esta vez la eléctrica y subirse a la furgoneta que se acercaba por el camino levantando polvo, para viajar a su próximo concierto. Después de recordar a estos y algún otro acabado más, que osaron sentir y lanzar al exterior su arte a edades demasiado avanzadas, estaba más animado, y no le importaba en ese momento si quiera tener público, íban a tocar, y esto era su mayor aventura y mientras hubiera un lugar donde correrla merecía la pena...

Dos horas y media más tarde levantaba la vista desde el escenario y agradecía sonriendo a su público que siguieran allí, era el momento de continuar ante sus aplausos y silbidos de satisfacción

LA SOLICITUD

" Disfruta unos minutos cada día deteniendo el tiempo, no permitas que nadie te lo quite". Esto es lo que rezaba el cartoncito de la entrada sobre el mostrador. Buen consejo pensé, parece que lo hubiera escrito yo mismo, cuando apareció una asistente que pronunció mi número y mi nombre, puede Vd. pasar, es el siguiente, le están esperando.

Eran tres, y salvo el más gordo, no tenían cara de muy buenos amigos, agria diría yo, por lo que mi solicitud iba a ser aún más difícil de tratar, pero eso me motivaba, mientras me acercaba a ellos, atravesando esa sala brillante y diáfana, que expresaba un aspecto hospitalario que te forzaba a andar precavido frente a un resbalón y acabar con tus huesos en el mármol, pero ligero para no hacer esperar, no podía recordar mis argumentos. Estaba diseñado a propósito para ser derrotado en menos que canta un gallo, qué forma más sutil de atacarte, sin mover un dedo, sin saludar si quiera, casi sin hablar y volver por donde has venido.

Mientras intentaba averiguar dónde me podía sentar para estar a su misma altura …qué se le ofrece, interpeló el de mayor edad, justo un segundo antes de que llegara hasta su posición, y sin resolver, porque no había donde salvo que uno se levantara y me ofreciera su silla, contesté: he solicitado la…ya veo dice el gordo interrumpiendo, no ha lugar. Ni tiempo, contestó el que todavía no había intervenido. Ni recursos concluyó el viejo, queda totalmente rechazada. Puede Vd. seguir en su puesto sin problemas hasta nueva orden. Debe haber algún error, contesté y de corrido reclamé, yo he venido a detener su tiempo y no intenten interponer recurso, queda inutilizable “hasta nueva orden” desde este mismo instante.

Mi segunda solicitud, continué ya más tranquilo, que les llegó consecutiva a la anterior y que aplico, eran mis vacaciones, que me tomo en este mismo momento también hasta nueva orden, agradeciendo su insalvable admisión, al no existir objeción alguna.

El AVE

El AVE

javiermontalvo 2013 i-phone

Su tren volvía a las 16:13 h, tratándose de trabajo, le gustaba sacar los billetes con tiempo suficiente para no ir con prisas y preguntó en ventanilla si sería posible adelantarlo ya que le había sobrado tiempo, acabando la reunión como había previsto, pasada la medía mañana. Consiguió cambiarlo afortunadamente, por un AVE que salía a las 14:40 h, perfecto, el tiempo justo para un tentempié... y al tren. Se alegró porque ganaba tiempo para acabar el trabajo que tenía pendiente a su llegada. Le gustaba este tipo de cambios en su horario que le permitían llegar antes a casa.

Siguiendo los carteles de la vía indicada en los monitores, alcanzó el andén justo a tiempo, el tren finalmente salía a las 14:35 h, algo extrañado preguntó una vez arriba para no perderlo a un pasajero que ojeaba su billete, y se tranquilizó al asegurarse que era el de su destino, la vieja estación de Chamartín. Algo había en el ambiente que parecía fuera del guión, y avanzando entre los asientos buscando el suyo que no hallaba, preguntó esta vez a un joven sentado que le confirmó el destino, no adivinaba qué le confundía, dudó si apearse a preguntar nuevamente, esta vez al jefe de estación que con banderola roja enrollada estaba a penas a treinta metros de su puerta, pero no se atrevió por si lo perdía, las puertas se cerraron sin tregua al segundo de asomar su cabeza y con un pitido que no escuchaba desde su época universitaria, el vagón empezó a mecerse lentamente de un lado a otro, mientras avanzaba. Ya no había tiempo de dudas, aunque seguía percibiendo algo extraño que le inquietaba.

Tremendo golpe fue, que provocó su hilaridad casi sin control, cuando el tren paró pasados sólo unos minutos nuevamente en la siguiente estación, Valdestillas. Mientras repasaba el adelanto del billete y sus ventajas, comprendió que el ave era ahora tan solo un gorrión que entraría en aquella vieja estación caído el sol, ya en este mes de diciembre.

Vacaciones

Son las nueve y unos minutos de la mañana, hoy no sonó por gracia el despertador, despegando la pereza muy despacio, abro la ventana y me sorprende un color ceniciento de un cielo amenazante a finales de julio. Me activo habitualmente con mas ímpetu, incluso los sábados como hoy, pero después de una semana de faena inflexible, me gusta poner este paréntesis no sé si voluntariamente.

Sentado en la penumbra de la cocina, sorbo desocupado el café recién hecho y su aroma invade la estancia, es una sensación muy antigua que relaja aún más, es una sensación imperdurable, mientras tanto, mi mente vaga por diferentes momentos y parece que acaba revisando a su voluntad lugares pasados en vacaciones, es como si mi subconsciente estuviera ya preparando las que están por venir en dos semanas, ya que mi consciencia me ha impedido hacer planes en esta ocasión. El año está siendo difícil, yo diría que incontrolable y es un contrasentido esta dominación frente a tu propia intención.

Acabando el café, disfrutando el momento, parece que empieza a llover, suena sobre la cobertera del patio un ruido seco e intermitente de gotas que van aumentando su frecuencia y entra un olor a tierra mojada y el frescor se cuela en casa, empiezo a pensar que debería aprovechar esta inactividad en decidir mis vacaciones de una vez por todas.

Enciendo el ordenador con este fin para ojear destinos que me sugieran o me seduzcan, cuando al arrancarlo, el sistema me avanza, para mi tranquilidad que se ha ocupado personalmente de poner automáticamente en la madrugada anterior el nuevo horario de invierno. 

Casi me atraganto

Casi me atraganto
Entra un calor abusivo, es indigerible, uno de esos días que parece que se evapora el asfalto y desde la ventana no hay pájaros volando, la ciudad está aletargada, no hay vida, nada se mueve; sin embargo no tengo tiempo, con la ropa pegada al cuerpo que parece una segunda e incómoda piel que irrita hasta el propio ánimo, corro excitado por el pasillo, puertas entreabiertas entornadas al destino, no encuentro a nadie y busco la lista de fallecidos en el mostrador de la sala también desierta, alcanzo la tablilla sin permiso abandonada en la mesa y casi me atraganto, cuando acabando mi segundo botellín de agua tibia de un suspiro para poder sobrevivir, descubro mi propio número y nombre en la sexta fila.

Tinieblas

Tinieblas

Disfrazado de vendedora de manzanas, apareció en escena. Alguno recordó aquéllas recubiertas de color rojo caramelo brillante, mágicas que atraían y tentaban. Eran otros tiempos, sin penas, que contrastaban con el agrio estado actual, de derrotados e inactivos. En tinieblas ninguno quería salir al exterior, les habían robados sus vidas sin justicia.

Repartió todas aquellas reinetas amarillas tan mágicas, que consiguió borrar todas sus amarguras, devolviendo su sonrisa y capacidad de vida, de lucha. Cargados de energía y soñadores, volvieron a la calle, ya no podrían pararlos ni tumbarlos nunca por desilusión. Y colorín colorado…

No puedo dormir

"No puedo dormir" es mi segunda producción para el Concurso de Microcuentos del Programa La Ventana, presentada esta semana. Ahí va, a pesar de la frase de inicio impuesta, que tenía tela:

No puedo dormir

 - ¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea!

- No. La que se lió la última vez que quise hacer algo así, y los juramentos,…siempre falta algo o fuga por una junta ¡Joder! (…siendo finos).

- Ya sabes que no puedo dormir, me pone nerviosa ese ruidito.

- No te preocupes, hoy vuelve Fermín, no lo oirás.

- Peor, no entiendo como no le denuncia y le defiende. No puedo conciliar el sueño.

- El agua y el miedo siempre tienden al camino más fácil, pero acabará haciéndolo y veremos como vienen a por él.

- …o a los más difíciles, y terminará con ella. Si lo repite, mañana lo arreglo yo misma.

Miércoles de ceniza

"Bien coño bien, como cantábamos de chavales. A ver, mi única sugerencia es que no se te pase el plazo, que eso da mucho coraje". Con su habitual humor, es lo que me contestó mi amigo Manuel Montesinos, experimentado microrrelator y flamante finalista de la semana pasada del Concurso de Microcuentos del Programa La Ventana de la Cadena Ser, cuando le pedí consejo anunciándole que me quería presentar, porque siempre me han divertido estos retos. 

El microcuento debe empezar con la frase del ganador de la semana anterior y contar con un máximo definido de palabras y Manuel me animaba diciéndome que la semana siguiente empezaría su edición con mi frase final. Muchas gracias Manuel por tu respaldo y confianza.

Miércoles de ceniza es mi debut para el certamen en esta semana, que aunque no ha sido seleccionado, como era de esperar, me divertí al hacerlo y me conformo con que os guste que es de lo que se trata.

Miércoles de ceniza

- Y tú para de leerme la mente, maleducado. Me encuentro mal por culpa de esos filamentos que aparecían en el plato. Como siempre dices que te ocupas del pescado, que yo no estoy preparada, que si eres de mar, que de niño pescabas con el abuelo y todas esas pamplinas.

- No seas hipocondríaca, pero si quieres vamos al médico.

- ¡Eso, cambia de tema! Porqué dejaría de fumar si ahora después de tanto sacrificio, me ahogo con un pedazo de jurel contaminado; eso que eras de costa ¿eh?

- No seas tan drástica, son solo nervios.

- ¿Los del pescado o los míos? ¡…Ay! si el abuelo levantase la cabeza.

Mil soles espléndidos

Abrí esta sección hace meses gracias Khaled Hosseini. En esta ocasión tras finalizar su segunda novela Mil soles espléndidos, me veo obligado continuar,  porque es uno de los narradores revelación de mi biblioteca.

Encontramos un recorrido cultural de extremo a extremo, desde la defensa de la educación de las mujeres por encima de cualquier culto, de un afgano a finales de los setenta, que mantiene ante su hija y le explica que una sociedad no tiene la menor posibilidad de éxito si sus mujeres no reciben educación, hasta el drástico contraste con la forma de tratar a su esposa de otro afgano contemporáneo al anterior, que la ordena y la desprecia, sintiéndose un ser superior por el simple hecho de ser varón.

Encontramos también un recorrido histórico en una línea sinuosa, desde los años de paz antes la ocupación soviética (1978), las ejecuciones sumarísimas de éstos y torturas sobre la población que mantenía relación o simpatía con el régimen anterior, la alegría de los que permanecen y su esperanza ante el nuevo Estado Islámico de Afganistán (1992) y tras ella, la nueva desolación y opresión talibán (1996) que no solo prohibía a las niñas asistir a la escuela, sino que cerraron las escuelas para niñas, que prohibían trabajar a las mujeres, enseñar su rostro, andar a solas por la calle sin la protección de un familiar varón, hablar a menos que se le dirija la palabra, en definitiva obedecer al hombre por encima de todo y siempre bajo la  terrible amenaza lapidaria del ejecutor varón. Tras ellos, la ayuda internacional para expulsarlos de todas las ciudades importantes (2002) obligándoles a cruzar las líneas fronterizas y refugiarse en las montañas. Gracias al autor hemos visitado sus ciudades, Kabul y Herat, entre otras, en tiempos de paz y en tiempos de guerra. 

La historia que relata envuelve nuevamente el valor de la amistad y el amor conjuntos al desprecio de la tortura y el abuso, de forma magistral dentro de un Afganistán real. Hosseini nos relata la estremecedora historia de Laila y Mariam que recorren aquella línea sinuosa histórica de forma común y a la vez independiente, rodeadas de sangrientos sucesos, de torturas insufribles, de pobreza y hambre, de guerras y a la vez rodeadas  de amores y esperanzas, de la inocencia y fragilidad de los niños, de la paciencia, la supervivencia y de lazos humanos imposibles de desanudar.

Todos estos sentimientos, sensaciones y sucesos se reciben en una novela traducida al español, sentados cómodamente en un sillón situado en el occidente de Europa, pero el autor los relata diciéndonos lo que ocurre actualmente en nuestro mundo, acercándonos algo que nos parecía tan lejano. Podría hablar de cada uno de ellos, en vez de enumerarlos como hago en este texto,  pero inevitablemente anularía la invitación que hago a su lectura.

También me cuestiono tras acabarlo, qué dirección tomará ahora esa línea sinuosa en el futuro cuando en el 2014 abandonen el pais las fuerzas internacionales de ayuda a la pacificación; a decir verdad, todo pais tiene derecho a su propio gobierno sin vigilancia externa. Mantengamos la esperanza.  

Eran incontables las lunas que brillaban sobre las azoteas

 o los mil soles espléndidos que se ocultaban tras sus muros

 

Investigación y Ciencia

Se levantó a media noche, serían la tres o las cuatro, dudaba porque en su cabeza estaba todo confuso, y no descubrió donde se encontraba hasta treinta segundos después, cuando de pie en medio de la habitación a un metro de su cama, inmóvil pudo reconocer el piloto encendido del aire acondicionado que había visto al acostarse y en el que había intentado cambiar la temperatura ambiente porque tenía frío.

Cuando llegó la noche anterior, era la primera vez que visitaba este hotel, incluso la ciudad, y no sabía que en esta época del año se convertía todo en una dura postal de color gris y blanco, debido a las bajas temperaturas; antes de viajar pensaba que no serían tan extremas.

Antes de acostarse cambió la temperatura del mando para pasar una noche más confortable, pero se durmió sin saber si lo había conseguido porque no lo entendía bien, demasiados anagramas y menús, cuatro puntos a definir de consigna, que no lo dejaban claro como el que tenía en su lugar de residencia habitual y estaba demasiado cansado del viaje para pelearse a esas horas con semejante chisme. De todos modos, pensó que aquel tampoco lo conocía en detalle porque normalmente jugaba su mujer con la centralita subiendo y bajando la temperatura según el tiempo.

Al descubrir donde estaba, se tumbó de nuevo en la cama y empezó a temer que se hubiera equivocado en el viaje, y su objetivo posiblemente tampoco se cumpliría en éste y menos con ese tiempo tan desapacible. Cómo podría convencer a sus oponentes, cómo mostrarles sus teorías tan revolucionarias, que llevaban tiempo en contra y sin embargo sabía que había dado con la pieza del puzzle que faltaba. Sin embargo esta vez no podrían contradecirle con tanta vehemencia, incluso a su modo de ver injusticia en ocasiones, porque defendían otras vías y pensaban que sus hipótesis de partida eran erróneas; ¡¿por qué no?! esta vez él tenía la llave y comenzó a autoconvencerse y se quedó dormido entre sus argumentos.

A la seis y media le despertó la alarma del móvil y las dos últimas horas fueron tan reparadoras que se puso en marcha sin ninguna duda, era su día, después de tanto tiempo pondría el punto final a la investigación o al menos seguido, y no tendrían más remedio que admitirlo. Sabía además, que ya alguno mantenía ciertas dudas favorables desde hace algún tiempo y si exponía bien su método, contaría con su apoyo.  

Después de atravesar media ciudad en transporte público, hecho que dotaba de coherencia a su descubrimiento, a pesar del nivel del mercurio y el espesor de la nieve, se encontraba delante de sus colaboradores u oponentes, según se viera, ya que todos estaban en la misma misión infructuosa. Era la enésima reunión debatiendo en torno al mismo punto, pero hoy había una novedad irrefutable. Esperó su turno de palabra y contraatacó con su nueva batería de datos y confirmaciones. El debate duró siete largas horas, entre alguna parada de café y tentetieso, que no sirvieron de descanso porque el ambiente era tan intenso que seguían las conversaciones en corrillos, taza en mano.

Cuando metió la llave en la cerradura de su casa sabía que no había puesto el punto final, sino que acababa de abrir una nueva puerta a todo el equipo para continuar con la investigación. No era un hecho concluyente sino una nueva vía, aceptada ahora por todos, que permitiría nuevos fondos y mayor número proyectos trabajando en la misma línea. Estaba satisfecho y animado. Ningún gobierno en su sano juicio podría recortar el presupuesto de investigación y desaprovechar la oportunidad, sin apoyar esta esperanzadora labor científica.

 

¡Cuánto contra!

Una expresión cada vez más frecuente en los medios de comunicación: "contra más dinero consigues, más posibilidades tienes", "contra más gente había, menos espacio quedaba" y así sucesivamente, y el problema radica en que son los propios comunicadores los que más lo están utilizando, contagiados posiblemente por la norma lingüística de los políticos, que es el segundo colectivo que más lo aplica, incluso en esta ocasión, contagiados, digo bien, porque son éstos los que han generado el caldo de cultivo. Aquéllos en contra, deberían frenar en mi opinión, estas patologías en vez de exponerse, propagarlas y finalmente convivir con ellas.  
¿Cuánto tiempo va pasar para olvidar definitivamente el cuanto, para sustituirlo por contra, en contra del español?

para quien lo quiera...a destiempo

 

Tú te has ido

pero sé que nuestros días volverán.

Yo te tendré,

tú me contarás,

todo ese extraño,

todo ese aglomerado pensamiento,

que quizás

y creo que ni equivoco, ni miento

tú estarás ahora sufriendo,

y a lo mejor, ¡Ojalá!

tú me estás ahora queriendo.

 

 javiermontalvo

Cometas en el cielo

El rincón del sillón, abro esta sección hoy con la sensación de haberlo tenido que hacer mucho tiempo atrás,  sin embargo lo hago sin el ánimo de hacer referencia a todo lo que leo, que es menos de lo que me permite el tiempo y menos de lo que alguno, me consta y envidio, consigue. La inicio simplemente porque quiero compartir una de mis lecturas recientes y no sé cuando necesitaré comunicar la siguiente.

Cometas en el cielo (Khaled Hosseini) 2003, me lo recomendó una amiga que no sabe cuánto me ha hecho pensar y al mismo tiempo disfrutar con su lectura. No sabría elegir cuál es el argumento principal, porque su relato habla del valor de la  amistad, del amor y desamor, de la grandeza de la fidelidad hasta límites insospechados, del compromiso y el altruismo, de lo punzante y continuo que puede llegar a ser el remordimiento, del arrepentimiento pertinaz, de lo vil que puede llegar a ser la traición, de lo indigno de la tortura y del abuso, de la frialdad que te causará el miedo.

Desarrolla una historia o incluso tres en una, en el devenir de Afganistán desde los años sesenta hasta nuestros días. Me alegro por la recomendación, porque posiblemente no lo habría leído de motu propio.

Esta historia me hace pensar en el porvenir de cada uno en el siglo que nos tocó vivir, de la suerte, la casualidad o la desventura. De la diferencia de naciones y de religiones, de cuán diferente sería tu vida en este mundo civilizado y desarrollado, dependiendo de las coordenadas de tu cuna.

Es la historia de Hassan y Amir, nacieron un año antes que yo, y recorrieron el mismo tramo de vida, pero es evidente que de forma diferente, me identifico con ellos y me hace reflexionar sobre el destino personal, sobre la suerte que nos prepara la vida al nacer:

“En Afganistán hay muchos niños, pero poca infancia”.

Sí, podría elegir amistad y destino con la seguridad de que tú elegirás otro argumento central de Cometas en el cielo, pero seguro que coincidirás conmigo en que podríamos, después de leerlo, decirle a este mundo nuestro que aún “...existe una forma de volver a ser bueno”.